domingo, 18 de abril de 2010

Soledad y extasis



En estos momentos en los que me siento sumergido en el inmenso mar de la soledad, estoy extasiado de felicidad y rodeado de una gran alegría; no hay en mi ser ni un ápice de tristeza, y a pesar de sentirme completamente solo, tengo lo más importante para mí, el recuerdo de lo que he vivido.

Bien sabido y entendido tengo que nada perdura para siempre, ¡sí!, nada, nada material, porque hasta las personas se pierden y lo que verdaderamente perdura es aquello que se ha guardado en el corazón, y el mío esta lleno de esos recuerdos gratos y no tan gratos de lo que ha transcurrido en mi vivir.

¡No!, ¿Cómo podría olvidar las aventuras, las lagrimas, las risas, carcajadas y hasta los miedos… miedo a no decir una palabra de amor, a no expresar el sentir, los deseos y sueños, esos motores que motivan a saltar y cantar, a mostrar a la persona que realmente se es, sin mascaras, sin sellos ni etiquetas, sin que importe nada ni nadie, donde no importa el ser juzgado ya que uno mismo ya no se juzga; y ahí es donde uno comienza a disfrutar cada momento, cada persona, cada cosa, cada instante; sin importar que los momentos de soledad sean inmensos o breves, ya que se tendrán esos recuerdos del vivir, del verdadero vivir con intensidad, y se disfrutaran una y otra vez hasta el momento en que llegue alguien o algo que te entregue nuevos recuerdos para futuras soledades, ahí se comprende que existe la soledad y que puede ser la más hermosa compañera, ya que prepárale corazón y el espíritu de uno para recibir sin cadenas, condiciones o ataduras a las personas que brindarán alegrías, tristezas, pasiones, dolor, tal vez hasta grandes sufrimientos, pero traerán consigo a la soledad siguiente; entonces al llegar esa compañera fiel y leal que también nos deja por temporadas, no existirá una soledad triste y vacía que deje un sentir de nostalgia, porque se disfrutará cada fragmento de espera a que llegue la nueva compañía pasajera, esa que durará el tiempo necesario, el tiempo que deba ser, ¿cuánto?... no se sabe, podrá ser un instante, unas horas, un día, un mes, tal vez años, décadas; no importa, porque lo que si es valioso es disfrutar casa fracción de tiempo.

J. RUIZ ZENET
2007

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